sábado, 1 de junio de 2013

Carta abierta a Marcel Claude

Esta es la era en que surge la conciencia del agua. Recordamos que las aguas son universales y que limpiarlas equivale a cuidar nuestras relaciones.





Estimado Marcel.

Te escribo con todo respeto y agradecido por la oportunidad de dialogar. Te escribo por el cuidado de nuestras aguas y de nuestros bosques. 

Nos conocimos en una ocasión épica. Nos encontramos en una reunión del Consejo del Valle del Huasco hace ya muchos años y el tema a analizar era cómo cuidar la cordillera al interior de Vallenar frente al megaproyecto Pascua Lama. Al día siguiente, participamos junto al pueblo de Vallenar en la primera o una de las primeras manifestaciones pacíficas en ese Valle por el cuidado de los glaciares.

Me llama la atención esta frase: “Las organizaciones ecologistas si se comprometen en política, normalmente será con políticas de derecha”. Me pregunto por su objetivo. ¿Cuál es? ¿A qué vienen esas declaraciones?

Lo celebro y lo agradezco. De alguna manera nos permite dialogar. De eso se trata este momento. De socializar, para actuar cada uno según los dictados de su recta razón. Me siento profundamente conectado al movimiento social emergente, a los foros sociales mundiales y a todas las plataformas donde nos permitimos la reflexión profunda para el encuentro de nuevos acuerdos con los cuales construir un nuevo sistema de relaciones. Este nuevo sistema de relaciones que sea amable, solidario, amoroso y pacífico.

La segunda vez que nos encontramos, fue en un programa de televisión. Me tocó en esa época coordinar una bandera humana de la Paz al frente de La Moneda.

Bandera humana de la Paz. Año 2008. Acuerdo de sociedad civil y gobierno: "Lo prioritario en las relaciones entre Gobierno y Sociedad Civil es la promocion de una cultura de Paz."


Izquierda y derecha. ¿A quién interpretan esas palabras? Hoy, las redes sociales nos han llevado a una cultura planetaria. Somos de la Tierra. Volvemos a las raíces. Mapuche significa lo mismo, seres de la Tierra. Este es un tiempo mayor, un tiempo de reconocer que existe una sola familia y que unidos en torno a un propósito común vamos a ser capaces de restaurar la armonía en todas nuestras relaciones.

Por esta carta, te extiendo una invitación a pronunciarte sobre la manera en que vamos a promover una cultura de paz. ¿Cómo lo vamos a lograr? Somos los que estábamos esperando, dicen los ancianos Hopis de norteamérica. Este cambio comienza por cada uno de nosotros.

La Bandera Humana de la Paz realizada en La Moneda tuvo nulo apoyo de figuras tradicionales de la política Chilena. Fue más bien una patriada de hombres y mujeres que tenían un pequeño poder y que quisieron darle vida a un comité de diálogos que me tocaba coordinar en la Secretaría General de Gobierno. Al día de hoy, el acuerdo de esa mesa metropolitana, sigue con todo su valor. Lo prioritario es la construcción de una cultura de Paz. 

La bandera de la Paz es oficial del Estado de Chile y muy desconocida. Los niños y las niñas conocen la bandera pirata de la calavera y los dos huesitos. El símbolo que retrata la esencia del deber del Estado de mantener la Paz social, está en el olvido. Por esta carta, también te solicito que la levantes. Izemos entre todos esta bandera.

Todos los países americanos firmaron el Pacto Roerich de 1925 que establece el símbolo de la Bandera de la Paz y solamente Argentina la promulgó hace un par de semanas. De esta manera, está en el debate internacional y nosotros estamos conectados a los lobbystas que lograron influir en las "altas" esferas Argentinas.

Participé activamente en la difusión y organización de la Marcha Mundial por la Paz con el movimiento Humanista. Pude conocer mejor a las organizaciones que agrupa ese movimiento. Conocí a quienes integran el Partido Humanista y sé que mis palabras tienen eco allí. Nuestro Norte es La Nación Humana Universal. Junto a quienes integramos el movimiento arcoiris decimos La Nación del Arcoiris. Miguel D'Escoto Brockman, ex Presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas habla de reconocernos como una sola familia en toda la Tierra. De eso se trata el Gran Cambio.

En virtud de lo anterior, me extrañan tus palabras y las agradezco. Nos invitan a la reflexión. Somos uno. Eres reflejo de quién soy. Somos espejos. Nuestro destino está íntimamente conectado y por lo pronto comienza con la afirmación del propósito común. ¿Cuál es?

Me asiste la convicción que la unidad viene en pos de la idea de construir una cultura de paz.

Paso Rari, Colbún, Región del Maule.
Juan Pablo Lazo U.


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